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HISTORIA DE LOS BOMBEROS DEL PLA DEL ESTANY

HISTORIA DE LOS BOMBEROS DEL PLA DEL ESTANY


Editado en catalán, por el Consell Comarcal del Pla de l'Estany, el año 2008

Artículo aparecido en el diario El Punt, el 28 de junio de 2006, firmado por Ramón Esteban, donde se hace una descripción de lo que es este libro

Recorrer la historia de los bomberos es también seguir la evolución de la sociedad en general, de tan presentes que están los fuegos. Quien dude, que lea la espléndida monografía Historia de los bomberos del Pla de l'Estany, de Joan Anton Abellán, que a las ocho de esta noche se presenta en la sede del Consejo Comarcal, editor del libro. Los bomberos y los incendios son los protagonistas, pero no del todo. Son sobre todo unos atractivos hilos conductores que remiten al lector a aquella Banyoles de abril de 1887 en que nace el Montepío de Bomberos, lo transportan por el complejo y cambiante siglo XX y lo sitúan en nuestros días, cuando finalmente el cuerpo, ya plenamente profesionalizado, se establece en un edificio propio, a Puigpalter.

Explica Abellán que el primer gran incendio que tuvieron que afrontar los bomberos de la comarca (gente voluntariosa, sí, pero equipada con medios más bien precarios, de los cuales la estrella era una bomba que para que funcionara necesitaban tres hombres) fue el fuego de la iglesia de Santa María de los Turers, el 8 de febrero de 1910. Aquel incendio "escalofriante" supuestamente originado por una vela del altar mayor, según las crónicas de la época, sirvió de toque de alerta para que las autoridades decidieran reestructurar el servicio. En 1926, los bomberos pasaron a depender del Ayuntamiento. Precisamente ese año irrumpió en la comarca el tren Pinxo, entrañable y útil para la mayoría, pero un verdadero quebradero de cabeza para los que tenían que apagar fuego: las chispas del convoy quemaron campos de cultivo y, más de una vez, la carga misma, como ocurrió en enero de 1932 en Mata, con las balas de yute de Can Gimferrer. Por cierto, después de un gran incendio en las Sacas, en octubre de 1952, la fábrica se animó a crear su propio cuerpo de bomberos (dotado con una modernísima bomba mecánica), que cuando convenía servía de refuerzo al cuerpo municipal .

A los lectores más jóvenes les sorprenderá la organización de los bomberos voluntarios, vigente hasta hace apenas unos veinte y cinco años, cuando las administraciones fueron profesionalizando ello. El testimonio de Francisco Bonaventura, en activo entre 1947 y 1961, es ilustrativo: «cuanto corría la noticia de que había un incendio, si era de noche los serenos nos venían a llamar a las puertas de casa y si era de día se tocaban las campanas, porque cada uno estaba trabajando y como muchos éramos albañiles o carpinteros ... no se sabía en qué casa estábamos, pero las campanas sí las oíamos. »

Las salidas más espectaculares, el incremento de los incendios forestales a partir de la segunda mitad de los años 60 (como los tres que arrasaron bosques de Palol y Porqueres el verano de 1979), las inundaciones del lago de 1982, estadísticas, la relación de las personas que han sido bomberos y una buena colección de fotografías construyen el contenido de esta obra, indispensable para sumergirse en la historia de Banyoles y su comarca

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