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LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS DE BANYOLES. UNA VISIÓN COMPARATIVA EN EL CONTEXTO DE LAS ESCUELAS GERUNDENSES

LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS DE BANYOLES. UNA VISIÓN COMPARATIVA EN EL CONTEXTO DE LAS ESCUELAS GERUNDENSES

Editado en catalán por el Ayuntamiento de Banyoles, el año 2017, dentro de la colección Cuadernos de Banyoles, nº 18.

Escrito conjuntamente con Roser Juanola.

Artículo aparecido en el diario El Punt, el 23 de enero de 201t, firmado por Ramón Esteban, donde bajo el título "Memoria de una escuela bañolense medio olvidada" el periodista Hace una descripción de lo que es el libro.

La Escuela de Artes y Oficios de Banyoles. Una visión comparativa en el contexto de las escuelas gerundenses llena un vacío en la historiografía local, pero también en la relativa a la enseñanza en otros municipios gerundenses, ya que el trabajo abarca no sólo el caso de la escuela de artes y oficios bañolense, sino las de carácter similar que hay o hubo en Girona, Palamós, Palafrugell, la Bisbal, Sant Feliu de Guíxols, Olot, Figueres, Puigcerdà, Ripoll, Llagostera, Sant Joan les Fonts y Salt. La monografía, con mucho material inédito, lo han elaborado la catedrática de la UdG Roser Juanola y el investigador Joan Anton Abellan, y ha sido editada por el Ayuntamiento y la Diputación de Gerona dentro de la colección Cuadernos de Banyoles.

La escuela se fundó en 1928 por iniciativa del entonces arquitecto municipal Francisco “Paco” Figueras (que sería el director) con la complicidad del alcalde Lluís Torrent, y se cerró en 1975, coincidiendo con la implantación de las enseñanzas regladas de formación profesional. Los destinatarios de la Escuela de Artes y Oficios de Banyoles eran, por un lado, profesionales vinculados al mundo de la construcción y, por otro, jóvenes que querían aprender dibujo, pintura o escultura. Abría las noches, una vez que la gente salía de trabajar o de las escuelas. Tuvo la primera sede, muy precaria, en la Pia Almoina. En la década de 1950, se separaron físicamente las clases de artes y las de oficios: las primeras se siguieron haciendo en la Pia Almoina, mientras que las segundas pasaron al edificio del Museo Darder. En la última etapa de la escuela, a partir de principios de la década de los sesenta, las clases se concentraron en el Darder.
Mientras que el director, Francisco Figueras, gestionaba la parte de oficios, del lado artístico se cuidaba el pintor Manuel Pigem Rosset. En las mejores épocas, llegó a tener 122 alumnos, que recibían clases de una decena de profesores, entre los que destacaba Joan de Palau. Para una parte del alumnado, aquellas clases eran poco más que un entretenimiento en un pueblo sin demasiadas alternativas de ocio los días laborables, pero para otros supuso el descubrimiento de una vocación, como sería el caso de los artistas Lluís Roura o Josep Ponsatí.
Al margen de varios archivos y algunos testimonios orales, una de las principales fuentes de información para la redacción del libro ha sido la documentación que la familia de Francisco Figueras dejó a la ciudad.

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